La Ciudad de México se ha caracterizado, históricamente, por recibir migraciones. Su composición se entiende desde la pluralidad de culturas, idiomas, creencias, nacionalidades; no es extraño, por lo tanto, que esté territorio sea origen de los cambios que se han vivido en México.
El fin de semana en las páginas de El Universal apareció el reportaje “Haitianos el nuevo rostro de la Ciudad de México” de Luis Carlos Rodríguez.
Nos informa de una cifra compleja: 20 mil haitianos se encuentran en la ciudad, ¿qué hacemos con ellos? ¿Cómo garantizamos sus derechos? ¿Qué futuro les puede ofrecer una nación que no es capaz de resolver los problemas de los compatriotas que han ido a los Estados Unidos? Son 20 mil seres humanos con necesidades y carencias: ¿no corren el riesgo de ser cooptados por el crimen organizado?
En el siglo de las inmigraciones donde el boom demográfico de América Latina busca tener una vida digna, un trabajo que les deje soñar con un futuro mejor y acceso a un sistema de salud; quienes se mueven de sus naciones es porque se niegan a ver su futuro cancelado y buscan salidas utilizando la energía de su juventud.
Las inmigraciones persiguen un sueño y llegan a una nación donde tampoco hay trabajos bien pagados, se encuentran con una población que también tiene deseos incumplidos. En conjunto comparten el anhelo norteamericano, que está cerrado, por eso en México se retine a las inmigraciones, se les aloja y temo decir que se les explota: son mano de obra más barata que la mexicana.
Mientras camino por Tacubaya me encuentro a muchos haitianos. Todos en busca de trabajo. No quieren nada regalado, solo una oportunidad. Viven en la frustración de que nadie quiere dejarlos demostrar que son capaces de hacer bien las cosas. Muchos tienen licenciatura. Hablan idiomas. Pero no es suficiente. Platiqué con algunos. Son rostros sin nombre. Caminan entre nosotros y los vemos como extraños. Son discriminados por su color de piel. Son sexualizados por su raza. Son estigmatizados por los mitos que se propagan de boca en boca. Es necesario escucharlos y darse cuenta que tienen sueños y quieren trabajar, igual que muchos mexicanos.
¿Alguien los escuchará?
¿Qué va hacer México con las inmigraciones?, o mejor dicho: ¿qué hace una nación que vive de las remesas con las inmigraciones? Dudo que nuestros gobiernos tengan respuestas. Pronto tendremos una “Haití chilanga”, nuestra cultura ganará, pero: ¿hay trabajo suficiente? ¿Quién garantizará su acceso a la salud?
México retiene a los inmigrantes en su territorio, sin garantizarles un trato digno. En 2024 mucho esta en juego con la elección del nuevo presidente de los Estados Unidos, lamentablemente no se vislumbra una agenda que priorice a los inmigrantes. Que repita Biden mantiene la situación actual: dejar que México asuma la responsabilidad de dar trabajo a los inmigrantes o expulsarlos a sus naciones; que lleguen los Republicanos -Trump o De Santis- haría más compleja la situación. Y súmesele que quienes buscan la Presidencia en México no han planteado alguna salida, y resulta absurdo que su escusa sea que los tiempos electorales no permiten hacer propuestas cuando se la han pasado violando la ley electoral.
Se tiene un gran desafío y espero que la salida no sea el crimen organizado, empresa ilegal donde cientos de jóvenes han encontrado trabajo y lo han hecho al costo más alto: entregar su vida y libertad como garantía.
Hasta aquí Monstruos y Máscaras…